Comencemos por decir que no es fácil definir el concepto de habilidades sociales, no existe un criterio absoluto para referirse a una conducta socialmente habilidosa, entre muchas razones, porque se debe considerar el marco cultural en el que nos encontremos. Podemos relacionar habilidad social con un comportamiento o tipo de pensamiento que conduce a la solución de situaciones sociales de forma efectiva, en otras palabras, aceptable para la propia persona y para el contexto social en el que ésta interactúa. |
Diversos autores han hecho su aporte en la construcción del concepto, por ejemplo, Caballo (1986) definió así las habilidades sociales:
“Conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas”
Alberti (1978) afirma que es “La conducta que permite a una persona actuar según sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad inapropiada, expresar cómodamente sentimientos honestos o ejercer los derechos personales sin negar los derechos de los demás”.
En este sentido, las habilidades sociales han sido vistas como comportamientos o pensamientos instrumentales para resolver conflictos, situaciones o tareas sociales. Éstas pueden aprenderse y están bajo el control del individuo. Las habilidades sociales implican que las personas puedan desenvolverse sin problema en situaciones comunes como: Hacer y aceptar cumplidos, hacer peticiones, expresar amor, agrado y afecto, iniciar y mantener conversaciones, defender los propios derechos, rechazar peticiones, expresar opiniones personales incluso el desacuerdo, expresión justificada de molestia, desagrado o desacuerdo, petición de cambio de conducta del otro, disculparse o admitir ignorancia, afrontar las críticas. |